8 de julio de 2011


Estaba claro, lo que esa mañana leí en el murito antiguo del Centro fue escrito por un sabio:
"Dos personas que se proponen entenderse la una a la otra hasta lo más hondo son como dos espejos frente a frente que se arrojan sin pausa, cada vez desde más lejos, sus propias imágenes, desesperados por ver más, hasta perderse en el horror de una distancia irremediable."

Y aquí viene el recuerdo, el que alguna vez escarbó en mi cabeza y dañó mi percepción, mi vista, mi cordura, mi código, para así a mis ojos obligarlos a, en cualquier parte, encontrarte... muchos dicen que es una locura, que es ridículo, muy ridículo, tocando lo absurdo, arriesgado, mortal, comparado a saltar con los pies y manos atados del piso más alto que encuentre sin pensar en lo que me espera debajo.
Es la historia de dos extraños, con mundos, vivencias, lenguajes y pasajes distintos, tan distintos que en un punto de la vida, ambos se miran en sus dos espejos, y se reflejan, y se conocen, tan iguales, tan similares.
Eres sombrío, bellamente cautivante, interesante, sumamente imposible...

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