8 de agosto de 2013

S.

Minutos, horas, semanas, meses, siendo yo, completamente; sin temor a esos silencios que llegan cuando dejamos de reír tirados en la cama, que rompen en besos, en mi rostro entre tu cuello... temí por ti, por la bruta razón de mi pasado y el miedo de alcanzarnos, temí por conocerte e intentar enamorarnos sin algo que abrazara a todo lo que nos hace distintos y nos une sin embargo... me haces sentir viva cuando te pienso, admito, te necesito hasta cuando no te lo digo, has llegado a mí porque era momento de sentir, llegaste con esa sonrisa que me ha obligado a tatuarme tu nombre y su rima en el alma... él, él...
Yo sé que valió la pena esperar por ti y por lo que estamos construyendo juntos, valió la pena esperar por, no sólo alguien con quien compartir cada momento bueno y amargo de mi vida; aguardar por un ser humano, el más bello de todos, el que ha tocado cada fino límite de mi confianza, eres razón de mi parte más hermosa, formas parte de mí.
Yo sé que cada que me encuentro frente a ti no dejo de mirarte, de acariciarte con los ojos, de demostrarte que eres tú a quien yo tanto busqué, que eres tú el dueño de esos labios cosidos a los míos, que eres tú con quien me cobijaré en la mañana y dejaré que el futuro no nos importe tanto, que eres tú a quien enseñaré el significado de amar sin demostrarlo con las palabras, de simplemente amar sin esperar nada a cambio, es eso lo que siento cuando te veo y pienso, cada que mis pensamientos se vuelcan a ti.


"Tú mereces lo mejor de lo mejor porque,  tú eres una de esas pocas personas que, en este mísero mundo siguen siendo honestas consigo mismas y esa es la única cosa que realmente cuenta..."

"Cariño, cuánto te he extrañado. Cuánto he añorado llamarte mi tierna y pequeña muñequita. No podrías saber las veces que me acuerdo de ti en las noches cuando me encuentro solo y furioso y ahorcando a la almohada... cuanto deseo volver a estrujarte la cara hasta obligarte a arrojarme una sonrisa y decirte que eres tan bonita como las super modelos, y después reírme de ti hasta lagrimar y hacerte llorar hasta vomitar... mi traviesa, me masturbo con sólo recordar lo ajustados que te quedaban los calzones de puta que te compraba, las medias, las ligas, el brassiere... la manera en la que gritabas que me aleje y que me odiabas y que era un cerdo, como amaba mirarte desquiciado y nombrarte "estúpida basura" y luego penetrarte más fuerte y decirte "estás buenísima y eres pendeja" y morderte, muñequita cogedora, hasta levantarte la piel y hacerte sangrar y gemir más fuerte mientras corren lágrimas de pánico en tu mejilla... 
Estoy decidido a perdonarte por dejarme, por huír, por no contestar, la condición es que regreses y me supliques y digas que nadie te hace desear tanto tu muerte como yo, que eres feliz así, que prefieres que te asesinen mis propias manos a sentir la caricia de alguien más, mi condenada..."

Sí soy yo, la tierna y pequeña muñequita. La misma en la que apagabas tus cigarros, y gritabas cuando las cosas salían mal. La que provocaba que tus ojos salieran de órbita cuando pronunciaba otro nombre que no era el tuyo... sí a la que ordenabas qué comer, y cuando vomitar, y qué decir y hasta como coger, en esas noches cuando el sexo era repulsivo y me poseías y violabas y me obligabas a besarte temiéndole a tu cara tenebrosa, soportando tu cuerpo pegajoso y tu aliento de perro, cuando deseaba tu muerte y no la mía. Esa a la que arrojabas la ropa barata y pedías que la perfumara con el aroma de tu anterior presa, a la que nombrabas cuando te excitabas y aullabas; tu puta, de la que te burlabas por nunca ser hermosa, tu traviesa a la que has ultrajado y constantemente amenazado, esa que ha decidido enterrarte con su propio miedo y mierdas, la que seguirá corriendo y huyendo y escapado de la condena de tu recuerdo que ni el mismo infierno querría...