Solicitud con fotografía (s).

"Aquí va tu nombre, fecha y firma, por favor. No es necesario que lo leas, son muchas hojas repletas de letritas y numeritos; habrán cosas que, a tu edad, no entenderías." - dijo la gorda.
Bien. Préstame el bolígrafo. Siempre he odiado que mi nombre no quepa en la línea; Maite Ariana Durán Porter: el nombre valeverguista que le gusta estar fuera del borde. Como todo lo que hago, digo y pienso.
He aquí un ejemplo: chica de buena familia, veinte años con apariencia de dieciseis, cabello negro largo y mal cortado sin teñir, vestidos rotos y pantimedias rasgadas dejando una solicitud con fotografía para el puesto de íntima.

No quiero hacer el trabajito por dinero, ni por ser una caliente. En realidad, no podría darte ni una razón por la que estuve en esa oficina húmeda y fría. O tal vez ésta sea: fue una manera rápida para olvidar. Recuerda que soy muy rápida. Llegué ahí en automático, soportando miradas curiosas y pestilente olor a cigarro viejo y café de una semana.
Salí del lugar con miedo e inseguridad, como niña pequeña perdida en el mercado, y observé la sombra de mi figura en el asfalto por minutos, horas. Tenía en las manos ese contrato con mi firma entre palabras indistingibles y garabatos, un retrato distorsionado de mi novato hombre de esa noche y un sello rojo en grande: APROBADA. I'm fucked.
No es por el qué dirán del nuevo empleo. Es por el qué callarán. Los dos... mi antiguo y mi nuevo amante. El que conoce cada punto que estremece mi cuerpo. Y el que desea una primera vez sin límite de tiempo.
Estoy ansiosa por estrenarme. Pero mírame, no puedo ocultarte... me muero de miedo.
Los restos del antiguo duelen en cada parte que logró tocar. Duele en cada lágrima que donde aún se refleja y hace rodar. Duele en cada beso que no venga de su boca. Pero él, mi nuevo inmaculado, el que repite mi nombre valeverguista con ese acento tan suyo, el que apuesta y paga en efectivo, y gana... mi nuevo.