26 de noviembre de 2010

I n v a s i ó n


El recuerdo de aquella noche aún me hace sentir el mayor extasis que mi cuerpo habria de conocer...
Pronuncié tu nombre, breve, como tus caricias...
Nuestra curiosidad, se convirtió de pronto en fiebre, dominó nuestros cuerpos... que en instante, desiertos, desnudos se encontraron.
No se necesita decir algo más; las palabras que desborda el placer que descarna nuestros brazos, nuestro pecho, tu abdomen, mis caderas, son más, mucho más que suficientes.
Cerremos los ojos... un estremecimiento parece viajar por toda mi piel, de los pies a la cabeza, estoy a punto de llegar y desbordarme, y por lo como escucho tu respiración y excitación, tú también...
Te siento, me sientes, cada vez más fuerte, y más, y más, como para disfrutar más intensamente el contacto de nuestra propia carne.
Tu boca, puerta abierta a mi deseo.
Mi deseo, dibujará en mi rostro la sorpresa y curiosidad de una mujer cuando descubre su cuerpo por primera vez.
Y ya no puedes apartar los ojos de mi, ni yo de ti.
No quiero dejar de sentirte, somos por un eterno instante, uno solo.
Tu figura brotará insistentemente en mi cerebro por minutos, horas, días... hasta que, de nuevo, nuestros labios se saluden, tus deseos se cumplan y una nueva invasión de placer, más fuerte aún, me haga amarrarme la cobija en la cintura, cayendo por mis piernas, esperándote una noche más...

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